Entrevista a Lucía Tello, docente en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)
30/01/2020
“Con cada nueva generación también nace la esperanza de que el mundo evolucione, se transforme y, sobre todo, mejore”.
Lucía Tello es Doctora en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y docente en el Máster Universitario en Creación de Guiones Audiovisuales de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). En esta interesante entrevista nos habla sobre su visión del cine, la comunicación y la educación.
El lema del Festival de Clipmetrajes, en el que colaboras como Jurado, es Tu punto de vista puede cambiar el mundo, ¿cuál dirías que es tu mirada, la que, en tu trabajo como docente, quieres transmitir a tu alumnado? ¿Está entre tus objetivos el de despertar su sentido crítico y animarles a “cambiar el mundo”?
Absolutamente. Ser docente es convertirse en enlace entre el mundo que existe y aquel que aspiramos a tener. Con cada nueva generación también nace la esperanza de que el mundo evolucione, se transforme y, sobre todo, mejore. Si no se aspira a cambiar el mundo, a insuflar ese espíritu de transformación en el alumnado, mejor no dedicarse a la docencia. Una vez te conviertes en profesor, te trasmutas en un alumno perenne, porque también los estudiantes enseñan nuevas vías para evolucionar. Es un trabajo de aprendizaje constante y recíproco, y el único motor que debe conducirnos es mejorar el mundo.
En la pasada SEMINCI estrenaste tu primer documental Endless Cinema en el que, precisamente, recoges el punto de vista de diversos directores y directoras de cine sobre el presente y futuro de la industria ¿cómo surgió este proyecto?, ¿Qué fue lo que más te llamó la atención de esos puntos de vista que compartieron contigo?
Vivir un festival de Cine como la SEMINCI desde dentro fue una experiencia inolvidable. Estar en DOC España, con un proyecto tan personal y singular como Endless Cinema será un hito en mi historia profesional. En efecto, es un documental en el que entrevisto a una decena de cineastas heterodoxos, solo unidos por su apuesta decidida por un cine que rompe con toda norma. El hilo conductor que enhebra a los distintos entrevistados no es su estilo, muy diferente en todos los casos, ni tan siquiera sus motivaciones, sino su espíritu, su lucha, su pasión por el cine. De todos ellos he aprendido tanto, que me siento infinitamente afortunada. Poder viajar a París para estar con Agnès Varda o a Viena para estar con Michael Haneke fue una experiencia inolvidable. El talento inmenso de Isabel Coixet, de François Ozon, de Naomi Kawase, de Gonzalo Suárez, o los de Apichatpong Weerasethakul, Deepa Mehta o Carlos Reygadas, es infinito. De ellos he aprendido, sobre todo, una lección fundamental: y es que la pasión, el compromiso, el esfuerzo y la tenacidad es lo único que nos debe guiar. La reivindicación de una mirada propia, sin copias ni imitaciones ni simulacros, es el verdadero valor diferencial de nuestra personalidad y, por ende, de nuestro trabajo.
Como periodista, ¿crees que la ciudadanía está bien informada o la presión de la actualidad hace que los temas pasen por nosotros de una manera demasiado superficial y eso nos facilite las cosas para mirar hacia otro lado y no implicarnos en lo que sucede a nuestro alrededor?
La sociedad actual es muy compleja, demasiado; tenemos muchos datos, pero nos falta información. Para estar informados, debemos tener tiempo para reflexionar, para contextualizar una noticia, para pensar en sus consecuencias. El estar constantemente conectados e intercambiar datos no implica que estemos realmente informados. Es difícil hacer periodismo hoy en día, cuando se requiere de una actualización constante, sin sopesar lo que sucede, sin buscar más allá. Y tampoco es fácil ser ciudadano, es fácil creer que se está informado, cuando en verdad lo que se está es intoxicado.
¿Qué crees que debe tener una pieza audiovisual para que nos llame la atención y nos impulse a movilizarnos ante grandes desafíos como la pobreza o el cambio climático que abordamos en esta edición del Festival de Clipmetrajes?
La comunicación audiovisual es una herramienta efectiva para informar, formar y, cómo no, entretener. Además, tiene un formato mucho más adecuado para seducir, lo cual hace de ella un elemento esencial con el que podemos contar para concienciar a la población. Los grandes retos de este siglo (e incluso de este milenio) deben ser contados obligatoriamente en formato audiovisual. La sociedad pide este tipo de piezas y, por ello, festivales como el de Clipmetrajes se hacen tan necesarios.
En el cine, a diferencia del periodismo, no existe la presión de la información a tiempo real, el proceso de crear y grabar una película es largo y costoso, sin embargo, ¿crees que el cine también es víctima de esa actualidad y, a pesar del gran esfuerzo, más allá de su fin de semana de estreno, si se consiguen estrenar, las películas pierden enseguida su lugar protagonista por las que vienen detrás?
El que cada semana se estrenen veinte o treinta películas es todo un reto para los espectadores. La audiencia está interesada en el cine, pero la cantidad de estrenos que aparecen semanalmente hace impracticable el poder atenderlos a todos. Finalmente, acaba teniendo un peso desmedido el marketing, que a la postre es el que favorece que una cinta sea más publicitada que otra. Y me temo que las que mayor repercusión tienen no suelen ser, ni por asomo, las que generan mayor conciencia respecto a los problemas que afectan a la sociedad. Así que, sí, efectivamente, el cine también es víctima de ese presentismo atroz en el que vivimos, en el que una película que no hace un estreno de blockbuster cae en el olvido. Necesitamos más reflexión, más tiempo y replantearnos nuestro sistema de valores.
Como docente del Máster en Creación de Guiones Audiovisuales (UNIR), ¿cuáles diríais que son los ingredientes fundamentales que debe tener un buen guion para mover conciencias y animar al compromiso para cambiar las cosas?
Un guion debe tener verdad. Si la historia, el modo de contarla y la temática que aborda son verdaderos, la audiencia establece empatía rápidamente. El problema está cuando la artificiosidad cobra importancia, y sustituye a lo que es verdaderamente importante. Sin embargo, esto no significa que, en una gran película, con un presupuesto desmesurado, no genere conciencia; todo lo contrario. El cine tiene la posibilidad de mover el mundo. A veces, una historia pequeña puede ser mucho más artificial que una gran cinta, es cuestión de punto de vista, de enfoque, de sensibilidad. Es un reto para los espectadores el saber distinguir lo verdadero de lo que solo es artificio.
¿Qué crees que puede aportar una iniciativa como el Festival de Clipmetrajes al alumnado universitario? ¿Qué mensaje les lanzarías para animarles a participar?
El mejor mensaje que se puede compartir con el alumnado universitario es “¡actúa!”. Deben cobrar conciencia, conocer el potencial de su acción. Este tipo de iniciativas genera un movimiento social que, si bien puede parecer limitado, con el tiempo puede llegar a cambiar las cosas. Pensar, actuar, crear, compartir son elementos esenciales en la formación de una persona. Y jamás nadie, universitario o no, ha cambiado nada desde el ostracismo y sin contacto con el mundo real.