Según la Declaración Universal de Derechos Humanos, todo individuo tiene derecho a una alimentación adecuada y a no padecer hambre.
Pero, ¿es este derecho accesible para todo el mundo?

En los medios abundan los vídeos de retos “divertidos” que tratan sobre engullir la mayor cantidad de comida posible, preparar el bocadillo más calórico y graso de la historia, e incluso comer en restaurantes en los que preparen platos de dimensiones descomunales.
La contradicción es evidente, el reto incongruente.

¿Cuál sería entonces el reto?

Tú puedes elegir, otros no.

Tú puedes elegir, otros no

Según la Declaración Universal de Derechos Humanos, todo individuo tiene derecho a una alimentación adecuada y a no padecer hambre.
Pero, ¿es este derecho accesible para todo el mundo?

En los medios abundan los vídeos de retos “divertidos” que tratan sobre engullir la mayor cantidad de comida posible, preparar el bocadillo más calórico y graso de la historia, e incluso comer en restaurantes en los que preparen platos de dimensiones descomunales.
La contradicción es evidente, el reto incongruente.

¿Cuál sería entonces el reto?

Tú puedes elegir, otros no.

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